Marzo 29, 2024

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Así eres, Mujer

Por Darío Iglesias Muñoz

Cercano ya el día 8 de marzo, Día internacional de la Mujer, quiero hacer un reconocimiento a las mujeres como artífices de la historia y de la lucha por sus derechos e igualdades. Pero quiero hacerlo de manera dista, reconociendo y ensalzando su figura tan necesaria e imprescindible en nuestro mundo y en nuestra vida.

Más allá de la imagen de mujer que se deja ver últimamente, agresiva y con una apariencia más varonil que femenina. Más allá de aquella imagen de mujer que defiende un feminismo radical que, más de reivindicar la igualdad con el hombre, lo menosprecia y lo infravalora, quiero traer a mi mente y elogiar desde estas líneas a la Mujer, aquella que definía Juan Carlos Aragón como “un regalo de Dios, con su misma estatura”.

Y es que una mujer lo es todo. Es el principio de la vida. “La mujer es madre de las madres de los hombres que han nacido”, sigue cantando Aragón.

Es fuente de humanidad, centinela de la vida que brota de sus entrañas. Es amor, ternura, donación, servicio, calor y cuna en el hogar, fortaleza y derroche de generosidad.La que no guarda nada para sí y todo lo entrega. Licenciada en la asignatura de la vida y con summa cum laude en realizar lo imposible.

La mujer es caricia, seducción, enamoramiento, pasión, hermosura, atracción,mirada, armonía, belleza, fortaleza,besos, sonrisas, dulzura,musa de carne y hueso, diosa humana, ninfa sin cuento, la creación más bella de un Dios que tiene entrañas de madre, un privilegio para el hombre. Es esposa, amante, compañera y amiga con la que merece la pena vivir la vida sin temerle al miedo y al fracaso.

La mujer es lucha, esfuerzo, trabajo, ejemplo, reivindicación, capacidad, creación, buscadora de mundos, soñadora de derechos e igualdades. La mujer es la mujer, patria sin bandera.

Qué sería del mundo sin las mujeres aquellas que son protagonistas de la historia y la han construido con su esfuerzo y valentía, aunque no siempre se les haya reconocido. El mundo no sería mundo y el hombre no sería tal. Qué grandeza no tendrá la mujer que, hasta para hacerse hombre, el mismo Dios necesitó de la presencia de una mujer, del amor de una madre, termina diciendo un pasodoble de carnaval.

Termino este reconocimiento a la mujer de ahora y de siempre, con unas palabras algo atrevidas de Mario Benedetti, pero que no dejan de ser un elogio a la que siempre ha sido y será el emblema de la humanidad.

“Vayavaya, si Dios fuera mujer es posible que agnósticos y ateos no dijeran no con la cabeza y dijeran sí con las entrañas (…) ay Dios mío, Dios mío, si hasta siempre y desde siempre fueras una mujer qué lindo escándalo sería, qué venturosa, espléndida, imposible, prodigiosa blasfemia”.

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